Monday, January 30, 2006

Bienvenida

Desde el llano, oh vientos de las pampas, haced llegar mi clamor, ¡que mi bramido sea oído y mi voz escuchada! Que el murmullo de un alma anhelante sea la exclamación de toda su vida. ¡Sed avispadas palabras mías!, que mi ánimo doliente debe amarrarse a sí su esperanza y su agotamiento sea a socorro de su olvido, no a su consumación.
¡Que un árbol sin su suelo no es libre! ¡Que un hombre sin su deuda descuida su moral! La inspiración de una mente, la devoción de los sentimientos, son templo sagrado de este
espíritu. Cual el agua que penetra en los poros más recónditos del suelo que cría, su melodía de palabras llena de júbilo un infinito recipiente de miríadas de compartimentos; un sembradío de aquellas flores más bellas, de las inmarcesibles y de las pasionarias vivificantes que nacen y mueren la misma noche. Alma mía, que de ternura te has armado, que con simpatía me haces hablar, ruego a tu menester; que mi amor no posee, que mi apego es sólo fe, que el suspiro al que induces es deseada primavera mas azote en invierno. ¡Habite en mí la coerción de la interdicción; retened su temeraria fuga; quemad la impetra porfía de su profanación! Encadenado ser, de destino fusco soy, fuese rey, fuese esclavo, aquello todo súbdito lo es. ¡Viva así! ¡Marche! Estoicos brazos, férvida piel, cansinos pies: ¡Sostened al hombre en su hoguera! ¡No has nacido Sísifo, has nacido pecador!
¡Odas de delicia, coplas de zorzal! ¡Advenid a mí! ¿Tú, Pampero, de allí vendrás? Tú, que no eres mía, ¡concédeme tu caricia sobre mi cabellera! ¡Melodías en contrapunto, no veáis mi plañir; fijad mi esperanza; coread vuestra
cristiana letra; cundid Su temperancia! Entre serafines, lo entrañable asomará; DIGNA AMIGA, ¡AL FIN TORNARÁS!

Conde de Erialplatonia