Bienvenida
Desde el llano, oh vientos de las pampas, haced llegar mi clamor, ¡que mi bramido sea oído y mi voz escuchada! Que el murmullo de un alma anhelante sea la exclamación de toda su vida. ¡Sed avispadas palabras mías!, que mi ánimo doliente debe amarrarse a sí su esperanza y su agotamiento sea a socorro de su olvido, no a su consumación.
¡Que un árbol sin su suelo no es libre! ¡Que un hombre sin su deuda descuida su moral! La inspiración de una mente, la devoción de los sentimientos, son templo sagrado de este

¡Odas de delicia, coplas de zorzal! ¡Advenid a mí! ¿Tú, Pampero, de allí vendrás? Tú, que no eres mía, ¡concédeme tu caricia sobre mi cabellera! ¡Melodías en contrapunto, no veáis mi plañir; fijad mi esperanza; coread vuestra cristiana letra; cundid Su temperancia! Entre serafines, lo entrañable asomará; DIGNA AMIGA, ¡AL FIN TORNARÁS!
Conde de Erialplatonia